Enseñando el clarinete en nuestra sociedad

Relación entre las etapas del desarrollo humano y la inserción en el sistema musical formal en el área de ejecución
Por: Sol Somarribas Rodríguez
Profesora de  clarinete. Escuela Municipal de Música de Cervantes
Cuarteto  de Clarinetes CLAb
En este articulo se aborda el tema de en qué etapa del desarrollo cognitivo es prudente iniciar estudios formales en música. Para obtener una perspectiva amplia sobre el tema fue necesario recurrir a fuentes bibliográficas en psicología, música y pedagogía. En el texto se establece una relación entre los conocimientos aportados por las fuentes con la realidad existente en los conservatorios formales y escuelas de música para finalmente sugerir un cambio de dirección en la manera en que se aborda la enseñanza y el aprendizaje formal de la música.
This article addresses the question of what stage of cognitive development is better to initiate formal studies in music. For an abroad perspective, it was necessary to use bibliography in psychology, music and pedagogy. The text establishes a relationship between the knowledge provided by the sources with the reality in superior conservatories and music schools, to finally suggest a change in how it deals with the formal teaching and learning of music.
Introducción
Desde hace muchos siglos existe la suposición que entre más temprano sea el primer contacto de un niño con su instrumento musical, mayor beneficio existe a largo plazo para el desarrollo adecuado de sus capacidades musicales y para lograr un completo aprovechamiento de ellas. Pero ¿en realidad se beneficia el estudiante?
Cierto es que hay músicos destacados que iniciaron sus estudios musicales a temprana edad, sin embargo también los hay que iniciaron sus estudios en la adolescencia —o incluso en una etapa posterior—, alcanzando niveles similares e incluso superiores que sus colegas que iniciaron a edad más temprana.
De esta manera cabe hacerse la pregunta ¿realmente es necesario —o prudente—iniciar a los niños de edad muy temprana en el estudio de un instrumento?
Si bien es cierto que el desarrollo técnico se inicie a más temprana edad tiene beneficios indiscutibles, para avanzar a repertorio interpretativamente más complejo se necesita de capacidades neurológicas y cognitivas superiores a las de la primera etapa de la infancia. De manera que se produce cierto estancamiento, es decir, un punto donde técnicamente se puede avanzar pero interpretativamente no. El texto plantea la posibilidad de cómo retardar un poco el inicio técnico beneficia a que ambas habilidades (técnica e interpretativa) crezcan de manera simbiótica.
Para demostrar esta hipótesis antes expuesta fue necesario revisar fuentes bibliográficas relacionadas tanto con música como con psicología e incluso teorías pedagógicas. A través de el análisis de los datos de las fuentes consultadas se llegó a conclusiones que en cierta manera contradicen lo que tradicionalmente se ha considerado lo más correcto en la educación artística.



Procesos cognitivos de la música
Desde los tiempos más antiguos se le concedió a la música la propiedad de influenciar a las personas. Los grandes expositores de este tema en la antigüedad fueron los griegos, quienes dieron a la música gran importancia en la sociedad, inclusive con fines terapéuticos. La música ocupaba a demás parte del núcleo central de preparación de los jóvenes, además de la educación física, la aritmética y la filosofía.[1]
Debido a la influencia tan representativa de la Escuela Pitagórica en las ideologías religiosas de la Edad Media, la música fue incluida en el quadrivium, es decir el área de enseñanza de las ciencias exactas, junto con aritmética, astronomía y geometría[2]. Como resultado, muchas de las más grandes figuras de la ciencia escribieron de manera extensa sobre la manera en que la música y de la manera en que ésta es percibida.
Ya en el siglo XX, la teoría de la psicología musical se ha abocado comprender el proceso cognitivo de la música, en términos del desarrollo de la habilidad musical, así como los procesos afectivos relacionados tanto con la escucha de la música como de su ejecución.[3]
En este sentido es importante puntualizar que se ha estudiado el proceso cognitivo musical a través de las etapas de la vida. La manera de enfrentarse a la música en diferentes etapas de la vida varía, por lo tanto es indiscutible que esto afectará al individuo que escucha, pero principalmente al ejecutante.
En la primera etapa de la infancia los niños demuestran interés por una amplia variedad de estilos y géneros, debido a la tendencia que está presente en esta etapa de explorar y encontrar nuevos estímulos[4]. Sus preferencias se van moldeando a través de su entorno social y sus procesos psico-afectivos. Psicólogos han demostrados con éxito que la asimilación de conocimientos musicales y la adquisición de habilidades de ejecución están relacionadas con el desarrollo de la personalidad.
La orientación de la sensibilidad —lo que incluye la apertura a estímulos sensoriales y/o emocionales— está claramente relacionada con mecanismos propios de etapas posteriores. Aunque la relación entre la creatividad, la imaginación y la sensibilidad estética con la adquisición, asimilación e interiorización de nuevos conocimientos está presente desde una edad temprana, a partir de la segunda infancia es cuando estas habilidades pueden ser parte de un proceso más complejo donde el estudiante también establece patrones de continuidad y es capaz de realizar cambios en los procesos que realiza de manera inadecuada[5], es decir, es en esta etapa cuando el estudiante de instrumento adquiere la habilidad de empezar a relacionar sus sensaciones con la ejecución apropiada.
El aprendizaje de un instrumento necesita poner a trabajar al máximo la inteligencia kinestésica de una persona, pues ésta debe relacionar las acciones de su cuerpo directamente con el resultado de su ejecución. Esta relación entre sonido-cuerpo hace que en muchos casos los músicos sean llamados a “pensar con su cuerpo” —aquello que en música se llama “técnica”—. Es esta capacidad la que distingue al músico de otras personas.[6]
Otro factor que está íntimamente relacionado con el aprendizaje musical es la independencia individual. El ejecutante debe debatirse entre una dualidad constante: actuar por sí mismo y trabajar en conjunto al mismo tiempo. Así, el músico debe aprender a operar con ideas, sentimientos y pensamientos que pueden llegar a ser contradictorios.
Vemos hasta este punto que la ejecución musical no obedece sólo a adaptación corporal sino que obedece a otros procesos de orden cognitivo y emocional que pueden resultar algo complejos.
Desarrollo cognitivo del ser humano
La acción musical ofrece una gran oportunidad para entender mejor la organización del cerebro. Todas las habilidades que se van adquiriendo a través del proceso de aprendizaje musical contribuyen a la plasticidad del cerebro[7], debido a la multiplicidad de tareas que debe realizar el cerebro humano al ejecutar cualquier instrumento, como lo son la simultaneidad de las dimensiones de alturas (melodías), temporalidad (ritmo) y memoria, ligando todo esto además con el factor emocional.
Las artes en general son definidas como un sistema de símbolos. Entre los 2 y los 7 años el ser humano está en una etapa simbólica general, es decir, utiliza los símbolos a su conveniencia y no ha establecido el significado social de los símbolos[8]. La música en los tempranos estadíos de la vida humana, está directamente ligada con el lenguaje. Más adelante, mientras el cerebro se adapta, va separando unos aspectos de otros  hasta que adquiere en el cerebro una percepción completa de gramática —siendo que la música por sus características se considera un lenguaje—.
Entre los 7 y 9 años empieza a apreciarse una mejoría considerable en la ejecución de tareas artísticas[9], debido a que se inicia la relación cognitiva entre los símbolos y un significado no abstracto, es decir se desarrolla la capacidad de aprender la música como cualquier otro lenguaje con sus cuatro habilidades básicas (lectura, escritura, escucha y “habla”) y se puede hablar simultáneamente de dar sentido completo a los sonidos (fraseo). De esta manera, técnica e interpretación se pueden desarrollar de manera simultánea.
Inserción de la educación musical formal
En los últimos años se ha iniciado la tendencia de insertar a los niños en instituciones de enseñanza musical desee muy baja edad, llegando inclusive a instaurar cursos de estimulación temprana. Esto con el fin de inducir a los niños a la interpretación musical desde la edad más temprana posible.
Contrariamente a lo que se piensa, aunque sí se refuerzan algunas habilidades artísticas, los estudios demuestran que en realidad con este tipo de inducciones se ayuda al niño más en asunto de aprendizaje del lenguaje y de reforzar su individualidad que en un asunto meramente musical-interpretativo.
El aprendizaje musical como tal en las cuatro dimensiones arriba mencionadas empieza en la segunda infancia tardía y se mantiene durante la adolescencia. Desafortunadamente a esta edad la mayoría de los Conservatorios formales ya han realizado varios procesos de selección de niños para encontrar “la mejor materia prima”, descartando a niños que tiene aprendizaje más lento o aquellos que no tienen el desarrollo cognitivo y cerebral adecuado para asimilar los conocimientos que se les imparten.
Es necesario que el sistema musical formal sea más inclusivo e incorpore métodos de enseñanza más acordes con los recientes descubrimientos de la neurociencia y la psicología, donde se encuentra que en todas las personas no desarrollan de la misma manera las conexiones a nuevas regiones del cerebro, por lo tanto es posible que una persona con predisposición natural a la música no sea calificada como “talentosa” debido al desarrollo cognitivo y/o neurológico acorde con la etapa de su vida en que se hizo la medición de corte.
En el caso de la ejecución de un instrumento, el cerebro debe realizar multiplicidad de funciones al mismo tiempo, como lo son la memoria sensorial de las posiciones, la auto-escucha, la corrección, el vínculo a lo emocional y muchas otras acciones. Por lo tanto se deduce que, en asuntos no mecánicos es recomendable esperar a que el estudiante tenga un mayor desarrollo cognitivo para iniciar el aprendizaje de un instrumento, tomando en cuenta que esto no excluye de todas las otras formas de contacto con la música, las cuales son altamente beneficiosas para el desarrollo integral y social de cualquier ser humano.



Bibliografía
Bruner, J. S. (1988). Desarrollo cognitivo y educación. Madrid: Ediciones Morata.
Caspi, A., Roberts, B. W., & Shiner, R. L. (2005). PERSONALITY DEVELOPMENT: Stability and Change. Recuperado el 30 de junio de 2011, de Annual Reviews: https://sibdi.ucr.ac.cr/http://www.annualreviews.org/doi/pdf/10.1146/annurev.psych.55.090902.141913
Deutsch, D., Gabrielsson, A., Sloboda, J., Cross, I., Drake, C., Parncutt, R., y otros. (s.f.). Psychology of music. Recuperado el 14 de Abril de 2011, de Oxford Music Online: https://sibdi.ucr.ac.cr/http://www.oxfordmusiconline.com/subscriber/article/grove/music/42574pg1?q=cognitive+development&search=quick&pos=10&_start=1#firsthit
Fubini, E. (2005). La estética musical desde la Antigüedad hasta el siglo XX. (C. G. Pérez de Aranda, Trad.) Madrid, España: Alianza.
Heargraves, D. J. (1989). Infancia y educación artística. Madrid: Ediciones Morata.
Peretz, I., & Coltheart, M. (2003). Modularity of music processing. Nature Neuroscience , 6, 688 - 691.
Peretz, I., & Zatorre, R. J. (2005). Brain Organization for Music Processing. Annual Review of Psychology , 56, 89-114.
Vicente, T. (2004). La música en la Amtigua Grecias: Criterios Estéticos. Escena (55), 35-44.




[1] (Vicente, 2004)
[2] (Fubini, 2005)
[3] (Deutsch, y otros)
[4] (Caspi, Roberts, & Shiner, 2005)
[5] (Caspi, Roberts, & Shiner, 2005)
[6] (Deutsch, y otros)
[7] (Peretz & Zatorre, 2005)
[8] (Heargraves, 1989)
[9] (Heargraves, 1989)


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